lunes, 22 de junio de 2015

Merecido descanso

   
   Por vacaciones del personal, este blog se interrumpe hasta el 1 de septiembre.
Fructífero y feliz verano.

lunes, 15 de junio de 2015

Clío


Como poetas, creemos en la intuición. Como ratones de archivo y aficionados historiadores, creemos en la perseverancia, en el estudio y en la verdad. Por nuestro natural optimista, creemos también en la suerte, en el azar y en la casualidad.
         Ese cúmulo de elementos —intuición, perseverancia, búsqueda de la verdad histórica, suerte, casualidad—  ha hecho posible que la figura de Rosa Rey Romero vaya emergiendo de la sombra, de la muerte civil a la que el franquismo la condenó, que su nombre, leído por primera vez hace unos días, vaya encarnando en la imagen de una mujer concreta, de una vecina de este pueblo, que representa, por una parte, el compromiso ideológico y el activismo de las mujeres en la España republicana, por otra, la negra noche en que se vieron sumidos miles de españoles, hombres y mujeres, a quienes rigurosamente se aplicó la temible Ley de Responsabilidades Políticas para que purgaran sus culpas por haber contribuido a la subversión roja.
         Toda una cadena de venturosos acontecimientos nos ha conducido hasta Rosa Rey, una cadena cuyo primer eslabón hay que situar en la tarde de un nueve de mayo republicano, cuando una mano anónima arrancó la hoja cuadriculada de un cuaderno de tamaño folio, tomó nota de aquella reunión de mujeres y, no sabemos por qué, la guardó entre las hojas del libro de registro de socios de Unión Obrera, donde la encontramos una mañana de mayo de ochenta años después; una cadena que sigue cuando leemos esa hoja suelta y nos interesamos por la mujer que iba a dar un discurso político a sus compañeras, y comprobamos que ese nombre aparece en las estudios de tres investigadores, Antonio Barragán Moriana, Manuel Vacas Dueñas, Carmen Jiménez Aguilera, y descubrimos que Rosa Rey Romero fue encausada y encarcelada en virtud de la citada, temida, Ley de Responsabilidades Políticas; se alarga esa cadena con el eslabón de la casualidad, pues uno de estos profesores, Manuel Vacas, trabaja en el mismo instituto que nosotros, y nos presenta una tarde a su compañera, Carmen Jiménez Aguilera, que prepara su tesis doctoral sobre la represión franquista de la mujer en el norte de la provincia de Córdoba, que no tiene inconveniente en pasarnos copia de algunos documentos que ha manejado sobre Rosa Rey, y que nos ha dado consejos y proporcionado direcciones a las que acudir en busca de más información.
         La recuperación de un momento del pasado, la restauración de una voz silenciada, de una vida condenada al olvido, depende a veces de gestos tan insignificantes como el de guardar una simple hoja suelta entre las páginas de un libro en lugar de arrojarlo al fuego o a la papelera. Un hecho tan simple, tan cotidiano como ese nos ha permitido, ochenta años después, dedicar estas palabras a una mujer en lucha. Conjunción de elementos —intuición, perseverancia, búsqueda de la verdad, azar, casualidad— se llama a este feliz encadenamiento que nos ha llevado hasta la camarada Rosa Rey.
         ¿Quién era Rosa Rey? No disponemos aún de suficientes datos para trazar su biografía, pero los que conocemos hasta ahora permiten hacernos una idea. Carmen Jiménez nos ha facilitado la copia de dos interesantísimos documentos que hemos leído con emoción, con alegre excitación por tener en nuestras manos un testimonio fehaciente de vida, como el buscador de pecios que encuentra un cofre con monedas, y  con dolor, como ese mismo buscador de tesoros que sabe que el cofre pertenecía a un barco negrero.
         El primer documento es un informe de la Comisión Provincial de Examen de Penas, fechado en Córdoba el 28 de abril de 1941, que da el visto bueno para que se eleve al Ministerio del Ejército la solicitud de conmutación de pena. En la primera parte de ese informe leemos que Rosa Rey Romero, natural de Torrecampo, de 24 años de edad, viuda, fue condenada en consejo de guerra celebrado en Villanueva de Córdoba (donde estaba detenida desde el 13 de mayo de 1939) el día 28 de noviembre de 1939 a la pena de 30 años de reclusión mayor, con las accesorias de inhabilitación absoluta e interdicción civil (privación de derechos), por “adhesión a la rebelión militar”. Tras el consejo de guerra, fue trasladada a la prisión provincial de Córdoba. La sentencia se basaba en los siguientes hechos probados (corregimos mínimamente la puntuación y un par de discordancias gramaticales): “mala conducta y antecedentes, perteneciente a la llamada Agrupación de Mujeres Antifascistas y al Socorro Rojo Internacional, siendo destacada por sus ideas y conducta revolucionaria; durante el tiempo de dominio rojo en el pueblo de su residencia, puso de manifiesto su odio y encono hacia la religión, profanando la iglesia y las imágenes religiosas, a las que arrojaba al suelo desde sus altares, desposeyéndolas después de la ropa y alhajas, y alardeando más tarde entre sus vecinas de estos hechos sacrílegos. Ejerció el cargo de Secretaria de la UGT y se vio siempre por el pueblo vestida de miliciana roja y provista de armas de fuego.” La Comisión proponía rebajar la condena de 30 a 20 años y un día.
         El segundo documento es la propuesta y confirmación de la Conmutación de Pena  admitida por Ministerio del Ejército, con data en Madrid, el 3 de noviembre de 1942.
         (Continuará)

miércoles, 3 de junio de 2015

Mujeres en lucha (Documento nº 9)


Entre las páginas del registro de socios de la Unión Obrera se ha conservado también una hoja de papel cuadriculado, manuscrita a pluma con tinta negra, que contiene el borrador del acta de una reunión celebrada por un grupo de mujeres integradas en la organización sindical. No se precisa el año, solo el día y mes: nueve de mayo. La sesión acabó a las 8 de la noche, después de haberse acordado lo siguiente:
   . La asamblea de mujeres se reunirá las noches de los jueves y de los sábados.
   . Se realizará una campaña de propaganda y captación de nuevas socias.
  . Acabar con las provocaciones burguesas fascistas.
   . Pedir la ermita de Jesús para Casa del Pueblo y escuela infantil de Pioneros.
  . Solicitar de la Unión Obrera que costee la bandera de esta sección femenina, o que le haga un préstamo.
  . Colaborar en la siega con sus compañeros “con el fin de que cada mujer haga pareja con su hombre de las hoces más largas”.
  . Veracidad en la propaganda (“propagar con certeza”).
  . Celebración de una charla (el 15? de mayo), a cargo de los camaradas Tomás Jordán y Rosa Rey.
        
         Como ya hemos anticipado, el escrito no recoge el año en que este grupo de mujeres torrecampeñas celebró asamblea y tomó las decisiones suprascriptas, pero no parece descabellado situarla en tiempos republicanos, de fuerte concienciación política y compromiso en la lucha por la libertad y por la igualdad.
         Es evidente que estas mujeres reivindican ser libres e iguales en deberes y derechos a los hombres, a los compañeros. ¿Solo ellos tienen derecho a sindicarse? ¿Acaso no pueden ellas faenar en el campo y ganar su jornal? ¿Están destinadas en exclusiva a labores domésticas? ¿No pueden ellas, las que estén más preparadas, enseñar en la escuela popular? ¿No pueden ellas, como los compañeros, ser oradoras en los mítines, celebrar asambleas, debatir sobre las cuestiones sociales e intervenir activamente en la vida de la colectividad? ¿Solo escoba y aljofifa? ¿Solo parir y limpiar mocos? ¿Sin derecho, sin necesidad, de aprender, de leer libros, de pensar, y decidir, por ellas mismas? ¿La pata quebrada y en casa, o en la iglesia? ¿La sumisión al hombre? ¿A los valores burgueses? ¿Al modelo fascista? Son tiempos republicanos. De revolución. De compromiso y de participación a partes iguales. Hombres y mujeres. Mujeres y hombres. Camaradas en la misma lucha.
         Es posible que en alguna caja del archivo municipal aparezcan más documentos sobre esta organización, pero por ahora hemos de conformarnos con esta hoja suelta no exenta de valor histórico en cuanto testimonia que hubo mujeres torrecampeñas decididas, con todas las de la ley, a participar en la construcción de la nueva España republicana.
         Estamos ante lo que Miguel de Unamuno llamaría “mujeres intrahistóricas”, es decir, ante mujeres cuyos nombres no aparecen en los libros —salvo el de una—, que están fuera de la historia oficial, olvidadas o ignoradas por sus vecinos, a la sombra, en la estela, de figuras como Hildegart Rodríguez Carballeira, Dolores Ibárruri, Federica Montseny, Margarita Nelken o Victoria Kent. La literatura, el cine, los historiadores, han rescatado del olvido a muchas de aquellas mujeres en lucha, pero son más las que aún quedan en las sombras de la intrahistoria.
         Una de esas mujeres es la que aparece citada en el documento nº 9, la camarada Rosa Rey. Tras una brevísima cala en la historiografía especializada, hemos encontrado su nombre en dos ocasiones. En «Mujer y represión franquista en el norte de Córdoba», Manuel Vacas Dueñas y Carmen Jiménez Aguilera escriben: “Algunas mujeres son acusadas de participar en las profanaciones de iglesias y conventos, incidiendo especialmente en lo sacrílego del caso [...]. Otras como Rosa Rey Moreno que cometió diversas tropelías antirreligiosas, sustrajeron diversas alhajas de las iglesias y las pusieron a disposición del Comité.”
         Suponemos que hay confusión en el segundo apellido, que en el mismo trabajo figura como “Rey Romero, Rosa” en el listado de  mujeres de Torrecampo expedientadas por el régimen franquista al término de la guerra civil.
         Con ese segundo apellido, Rosa Rey Romero, se la nombra también en el libro de Antonio Barragán Moriana, El “regreso de la memoria”: control social y responsabilidades políticas. Córdoba 1936-1945, acusada en consejo de guerra (causa 26.366/1939), por ser miembro del Socorro Rojo Internacional y de las Juventudes Socialistas de Villanueva de Córdoba.
         Hay caso, nos atrevemos a decir. Estamos convencidos de que con la oportuna investigación podrá rescatarse del silencio la voz enardecida de la camarada Rosa Rey, una de tantas mujeres en lucha que encarnó el sueño libre, igualitario, revolucionario, de la II República española.
         Invitamos, pues, de nuevo a los lectores, a las lectoras, a explorar en los archivos; a preguntar a los mayores de la localidad, a familiares lejanos o cercanos, si aún viven; a indagar en los periódicos de la época; a recuperar la voz dormida de esta mujer —no estaría de más, desde luego, buscar el hilo del orador que la acompañó esa noche, el camarada Tomás Jordán—, que un 19? de mayo de un año por determinar dio una charla a sus compañeras de la Unión Obrera de Torrecampo. 


Transcripción del documento nº 9:
         Hoy dia 9 de Mayo sereune la secion femenina en sesion ordinaria para tratal del siguiente orden del dia
         1º Marcha aseguil de esta secion Sindical femenina
         2º Peticiones femenina y masculina
         3º Varias
                  1º Esta secion tendra señalada dos noches en semana para tratal de la cuestiones sociales estas noches seran los Juebes y Sabados los juebes seran usadas sus horas permanentes en la sociedad como cuestiones permanented y el sabado sera para celebral sus sesiones ordinarias Tamvien se acuerda acer propaganda entre las mujeres y recultar el 50 por 100 de afiliadas mas que oy con fecha 13? De Mayo seran reclutadas estas afiliadas searan carco de acerle saber a las nuevas socias que solo tienen dos dias en semana
                  2º Peticiones que se acabe con las probocaciones burguesas fascistas Tamvien se acuerda pedil jesus para casa del Pueblo y escuela infantil de pioneros pedil la bandera de la secion femenina que sea costeada por esta sindical ? almenos que haga un prestamo y acerle sabel a esta sindical que las mujeres desean colaboral en la siega con sus compañeros con el fin de que cada mujer aga pareja con su ombre de las hoces mas largas
                  3º La camaradapresidenta propone a las demas camaradas que deben propagal con certeza pero no charlal aun con molestias para el compañerismo y dar una charla el 19? de mayo a cargo de los camaradas Tomas Jordan y Rosa Rey

         Y no aviendo mas de que tratal la presidenta lebanta lasesion alas veinte de lanoche